Black Forest La Niebla | 13

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                              **DISCLAIMER**
Esta novela contiene palabras malsonantes, consumo de drogas y escenas de violencia y/o abuso.

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BLACK FOREST, LA NIEBLA

Capítulo 13

“Un latido”

Goodbye

-Hola, Leah.

-Hola, Katrina… Oye ha pasado una cosa.-Leah miraba los ojos negros y profundamente preocupados de Yakima mientras escuchaba a Katrina al otro lado de la línea.

-¿Necesitas ayuda?

-Se trata de Sam…

***

Sam miraba sus propias lágrimas estrellarse contra el suelo. Tenía la cabeza entre las rodillas con los dedos entrelazados detrás de la nuca. Tan solo llevaba unos minutos sentado en la sala de espera, pero parecía un lustro. Las reanimaciones estaban funcionando cuando llegaron al hospital. Aunque aún no había despertado, su madre, respiraba y su corazón latía de forma constante. “No tardará en abrir los ojos” se repetía en su mente desde que se lo había escuchado decir al enfermero.

-Sam…

El chico se secó las mejillas antes de alzar la vista. Katrina lo miraba preocupada, con cierto rastro de culpabilidad. Sam se levantó y apoyó la frente en el hueco del hombro de su amiga. Ella le abrazó sin decir nada.

-La han dejado tirada… No han sido capaces de avisar a la ambulancia… ¿Y si no llego a estar allí?

-No te hagas esa pregunta. Estabas allí. Eso es lo único que importa ¿Qué es lo que ha pasado?

Sam se apartó de ella. Intercambiaron una mirada.-Por lo que han dicho los enfermeros parecía sobredosis… pero aún no sé de qué.

Katrina posó su mano en su brazo.

-¿Familiares de Linda Klein?-La voz femenina de la doctora se alzó por encima de la sala de espera.

-¡Yo! Soy su hijo.

-Su madre se ha despertado, está estable aunque vamos a dejarla en observación durante 24 h para asegurarnos. Solo puede haber una persona dentro, si quiere pasar a verla.

-¿Sabe qué… qué tipo de…

-¿No prefiere preguntárselo a ella?

-Puede que me mienta.

La doctora asintió.-Ha dado positivo en opiáceos y alcohol…

Sam se llevó las manos a la cabeza.

-Puedo ofrecerle información sobre algunos centros especializados que podrían ayudarle, hay folletos en la recepción del hospital.

-Gracias…

-Su madre está a tiempo. Por lo que veo… al menos tiene una buena razón para ir.

La doctora siguió avanzando por el largo pasillo. Katrina volvió al lado de Sam. Estaba devastado, no estaba preparado para pasar por aquello.

-Estaré aquí cuando salgas.

Sin nada que añadir, se alejó de ella por el pasillo del hospital hasta llegar a la puerta de la habitación. Tras respirar hondo un par de veces entró.

Después de un tiempo que se hizo eterno, Sam, volvió a la sala de espera. Katrina se levantó del asiento, caminó hasta su encuentro.

-¿Cómo está?

-Está más preocupada por fingir que no pasa nada que por otra cosa… Me cambia de tema. No quiere asumir lo que ha pasado. No sé qué voy a hacer para convencerla de que vaya a desintoxicarse…

-¿Puedo pasar a verla?

-E-eh… Se estaba quedando dormida, pero si quieres venir mañana…

Katrina respondió asintiendo con una sonrisa.-Debes estar agotado. Vamos, te llevaré a casa.

-N-no. Yo… Me quedo.

-Pero Sam… ¿Vas a quedarte en la sala de espera toda la noche? Ve a casa. Descansa. Mañana por la mañana a primera hora te traigo si quieres.

-No, es que… con el susto… las prisas y eso… -Sam se agarró la coletilla con nerviosismo.-Me he dejado las llaves…-Parecía algo avergonzado al confesar aquella metedura de pata.

-Quédate en mi casa entonces.

La voz de Sam se escondió en lo más hondo de su estómago por un instante. Su mano volvió a su coletilla. Katrina ya sabía de sobra identificar lo que significaba aquel gesto. Entrelazó sus dedos con los de Sam y tiró de él hacia la puerta del hospital sin pronunciar una palabra más.

***

-Hay una habitación de invitados que puedes usar, comprobaré que la cama tiene sábanas e iré a buscar un pijama.-La coleta de Katrina desapareció en el largo pasillo balanceándose a su espalda.

Sam reconoció la puerta entornada de la habitación de Katrina. La empujó suavemente. Al pulsar el interruptor la estancia se iluminó. El ambiente olía dulce y familiar. Era el perfume de Katrina.

Su abrigo se acomodó en el respaldo de la silla del escritorio. Se sentó en la cama y dejó caer sus mechones rubios sobre la almohada. Sintió una mano etérea aferrarse a su garganta. La sensación subió rápidamente hasta sus ojos y la presión cayó en forma de lágrimas en la sedosa almohada. Se obligó a tomar largas respiraciones para calmarse. Se concentró en esa tarea. Poco a poco, el sonido del aire entrando y saliendo de sus pulmones fue lo único que podía percibir. El sueño ganó la batalla. Desapareció de la realidad.

***

Los rayos del sol se reflejaban en la superficie pulida del piano. El destello despertó a Sam que, sobresaltado, miró a su alrededor tratando de identificar el lugar en el que se encontraba. Los recuerdos de la noche anterior volvieron y por un segundo echó de menos la amnesia fugaz.

Se fijó en que alguien le había quitado las botas y le había arropado. La calidez le invadió. Como el abrazo de un viejo amigo que regresa después de años en el extranjero. Salió de la habitación en busca de Katrina. Al llegar al hall después de bajar todas las escaleras estaba sin aliento, cuando descubrió algo que le dejó completamente helado. Sobre la madera barnizada del suelo la luz dibujaba un círculo con unas figuras difusas. Sam miró en la dirección que entraba la luz. El sol estaba en su punto más alto y se colaba por un enorme tragaluz circular con intrincados diseños en forja que simulaban ramas de un rosal.

Estaba allí clavado observando aquel dibujo lumínico cuando Katrina apareció.

-Estaba pensando en despertarte, pero parecías tan cansado… He llamado al hospital y me han dicho que el médico aún no le ha dado el alta. Tiene que esperar a que haga la ronda.

Su figura entró en el haz de luz y Sam retrocedió. La sonrisa en la cara de Katrina se borró al percatarse de la mueca de terror que descomponía la faz de Sam.

-¿Qué ocurre?

-Yo… ya he estado aquí…

-Claro… es mi casa… Viniste para el trabajo y en la fiesta de Halloo…

-No… Yo he estado aquí durante el día… He visto el sol atravesar la vidriera.-Dijo señalando el techo.

-Sería cuando os colabais aquí antes de la restauración.

-Nunca llegamos a entrar… estaba tapiado.

Silencio. Ya no había más respuestas. Ni explicaciones. Katrina había cometido un error. Sam se tocó el pecho instintivamente, su corazón seguía allí latiendo con fuerza y urgencia.

-No fue real ¿Lo fue?-De los ojos de Sam brotaron lágrimas de puro pánico.

-No, no exactamente.-Katrina parecía vencida, pero aun así mantenía la compostura y sobriedad que siempre había tenido.

-¿No exactamente? ¿Intestaste matarme? ¿Eres un monstruo? ¡¿Qué mierda está pasando?! -La voz de Sam se elevaba y descontrolaba a medida que las palabras se abrían hueco.

Un soplo de aire cruzó la estancia. Una forma borrosa como una sombra cerró las cortinas de todas las ventanas quedando el círculo como única fuente de luz. Sam corrió hasta la puerta, una mano gris cubierta de venas azuladas cayó pesada sobre la madera por encima de su cabeza. Los ojos de Sam se movieron temblorosos a lo largo del brazo para descubrir a su dueño. Se trataba de un ser con unos largos y afilados dientes entre los que se movía una lengua serpenteante, sus ojos eran rojos y estaban enmarcados en unas profundas ojeras negras. Sam adivinó el rostro de Hans, el padre de Katrina, bajo los rasgos terroríficos. Aquella temible boca esbozaba una sonrisa al contemplar la atemorizada faz de Sam.

-Hans…-La voz de Katrina era suave y determinante a la vez.-Deja que se vaya.

Hans la miró con una pregunta muda. Tras unos segundos quitó la mano de la puerta a regañadientes. Sam se deslizó por ella y corrió hasta la verja sin mirar atrás. Hans la cerró con fuerza.

-¿Me puedes explicar por qué lo sabe y por qué no le has borrado la memoria en cuanto lo supo?

-En su momento le manipulé los recuerdos para que lo confundiera con una pesadilla… pero ha descubierto el engaño.

-¿Cómo?

-Puso resistencia.-Katrina observó el círculo de luz mientras trataba de encajar las piezas irregulares en un puzzle incompleto.-Hubo un instante en el que se escapó de la pesadilla. Salió del espacio acotado que yo había creado y cayó en la oscuridad. Se metió en mi cabeza.

-Eso no es posible… -Hans se llevó una mano a la barbilla.- No existe ningún vampiro más poderoso que tú… No es posible.-Repitió.-¡Él es humano!

-No es cualquier humano. Entro en mi subconsciente, vio al monstruo apoderarse de mí y se desplomó en el suelo.

-Entonces sigue siendo débil aún con esa habilidad.-Hans respiró algo más aliviado.

-Sí, pero eso no es lo único.-Katrina sonaba aún más tensa que antes.-Ayer estábamos en su casa y sentí algo que no había sentido desde… hace más de 300 años.

-¿El qué?-Preguntó Hans incapaz de ocultar su impaciencia.

-Un latido.-Susurró con la mano en el pecho.

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