Black Forest La Niebla | 23

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                              **DISCLAIMER**
Esta novela contiene palabras malsonantes, consumo de drogas y escenas de violencia y/o abuso.

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BLACK FOREST, LA NIEBLA

Capítulo 23

“Me estás pidiendo que mate a Sam…”

Best of You

En mitad de la noche. Había sangre, demasiada sangre. La niebla era espesa. Unos terroríficos ojos rojos…

Sam esperaba aterrorizado entre los arbustos. Las espinas de las ortigas rasgaban sus piernas y sus brazos. Aun así no se movió. Ni un solo milímetro. Apretó los ojos con fuerza suplicando que todo acabara lo antes posible.

-Hola, Sam.-Dijo una voz suave y reconfortante.-Tranquilo, todo ha acabado.

Una chica de melena negra larga y ojos grises se arrodilló ante él para mirarle a la altura de los ojos. Le tendió la mano animándole a salir de la maleza. Él la tomó y llevado por un sentimiento de familiaridad instintivo, se aferró a su regazo. Las lágrimas cayeron descontroladas por sus mejillas y se ocultó en el hombro de la joven. Ella le meció entre sus brazos. Poco a poco su cuerpo dejó de temblar. El miedo desapareció. Sus ojos se rindieron ante un abrumador cansancio quedándose dormido acurrucado sobre ella. Ella.

-¡Katrina! -Sam despertó súbitamente en el lecho de su cuarto. Salió de entre las sábanas para mirar por encima de la persiana rota.-Las ortigas.

Eran las malas hierbas que crecían detrás de su casa. Supo entonces que lo que había soñado era un recuerdo. El recuerdo de su primer encuentro con Katrina. Esas imágenes reconstruían una parte de las pesadillas que le habían estado acosando desde hacía años. Se rodeó con los brazos como si la sensación de aquel abrazo protector aún siguiera allí. Sin embargo, el frío permanecía, pesado, punzante. Como dos ojos furiosos en la nuca.

En el reflejo de la ventana distinguía una forma. Una presencia. Sam cerró los puños tratando de darse valor para mirar a su espalda. Su corazón casi se sale de su pecho cuando la alarma del móvil le recuerda que es la hora en la que se levanta para ir a clase. La apaga. El frío desaparece y con él la presencia que juraba le había estado observando desde que se despertó o desde que podía recordar.

***

-Sabía que eras un capullo lo que no sabía es que eras así de cabrón.-Le dijo Leah a John tan cerca de la cara que en cualquier momento dejaría que la violencia hablara por si sola.

-Venga ya Leah… eres una exagerada, pero si no es más que la foto de un beso… Ni que fuera lo más fuerte que…

-¡John estás poniendo a prueba mi paciencia!

-Bueno venga dejadlo.-Tomás trató de traer algo de calma a la discusión.

-¡Tú cállate! Qué ya has hecho bastante… ¿Sabéis que puedo denunciaros por lo que habéis hecho?

La batalla estaba candente. Leah gritaba y acusaba llevada por la frustración y la decepción. Tomás escuchaba cabizbajo incapaz de expresar nada a su favor. John sin tener ninguna defensa se limitaba a insultar. Todo esto ocurría ante los ojos de Katrina, Sara, Yakima y Gabriel que atónitos escuchaban a diestro y siniestro. Un partido de tenis de pura indignación.

-¡¿Pero qué dices loca?! ¡Eres tú la que ha engañado a Tomás con la gitana!

-¡John! -Le espetó Sara.

-Tomás y ella no salían juntos… y no es escusa de todas formas.-Dijo Katrina mirando a Tomás de reojo.

-Es verdad.-Susurró el aludido.

-¡Me da igual! No voy a aguantar que nos insulte así. Si tanto le jode que la gente hable que se piense las cosas antes de hacerlas.

-¡Voy a matar a este imbécil!-Leah dio un paso al frente, pero Yakima la detuvo.

-Leah no… déjalo estar… -Le pidió Yakima

-¡Me vas a matar de la risa! ¡Payasa!.-Le gritó el chico sin medir el nivel de su voz.

Sam llegó en mitad de la acalorada conversación intuyendo lo que ocurría. Pero no podía escuchar. Su cuerpo aún temblaba cuando sus ojos se encontraron con los de Katrina. Ella le dedicó una ligera sonrisa. Era consciente de que habían pasado años desde que sus brazos le sacaron de entre las espinosas ortigas, sin embargo, al posar sus ojos en ella la sensación de familiaridad no había desaparecido. Era el rostro de sus sueños. Y aunque no sabía hasta que punto las pesadillas eran reales, ni hasta que punto Katrina tenía un papel en ellas.

No podía negar lo que se generaba en su interior cuando estaba cerca. Había intentando alejarse, pero era inútil. Sin saber qué le depararía al adentrarse en su mundo y siendo consciente de que el tiempo a su lado sería limitado. Dio el paso. Sin pronunciar una sola palabra, atravesó la conversación abriéndose hueco entre sus amigos que seguían enzarzados en su trifulca personal. Tomó el rostro de Katrina entre sus manos y la besó. La besó por todos los besos que le habría dado y por todos los que le daría de ser capaz de vivir para siempre. La escena no pasó desapercibida y por un instante se hizo el silencio.

Katrina empujó a Sam apartándolo con fuerza. Dio media vuelta y huyó tras el edificio del colegio. A los ojos de los demás había sido un empujón impropio de una chica de su tamaño, sin embargo, Sam sabía que se había contenido todo lo posible.

-Es que sois todos unos brutos de verdad…-Dijo Sara.

Sam siguió a Katrina que se esforzaba por no usar más velocidad de la debida por muchas ganas de huir que tuviera.

-¡Katrina espera!- La siguió hasta el parking. -¡Para por favor!- Ella se detuvo cubriendo su rostro con las manos.-Perdona… Me he dejado llevar perdona…

Katrina se dio la vuelta dejando que Sam la viera. Sus ojos estaban completamente rojos y sus colmillos afilados. Las venas alrededor de sus ojos eran oscuras. Los pómulos colorados…

-¿Crees… que se habrán dado cuenta? No estaba preparada…-Katrina parecía desencajada sin comprender lo que le estaba ocurriendo.

-Por eso… huiste de mi casa…-Sam recordó la primera vez que se besaron y como Katrina desapareció por la puerta, aparentemente, sin motivo.

-Sí… es extraño, pero… últimamente me está siendo muy difícil controlar… mis emociones…

-Estás roja…

-¡Qué! ¡No!-Katrina se tocó las mejillas instintivamente.

-Sí lo estás.-Dijo Sam sin poder contener la risa.

-No puede ser. A los vampiros no nos pasa eso.

-Pues a ti sí.- Sam apartó suavemente las manos de Katrina de su cara. Le acarició la zona sonrosada, a continuación sus labios. Las puntas de sus colmillos aún asomaban. Ya no sentía temor. Volvió a besarla. Esta vez Katrina no huyó. En su pecho volvió a sentir su corazón latir una vez con fuerza. Se aferró a Sam y se dejó llevar manteniendo el poco control que tenía sobre sí misma para evitar hacerle daño.

Durante las clases se intercambiaron miradas cómplices. Ninguno de los dos podía recordar qué asignatura tocaba ese día, su fuente de interés estaba demasiado lejos… o demasiado cerca. Ambos contaron los minutos deseosos de estar en los brazos del otro cuánto antes.

Al salir, Katrina llevó a Sam a su casa en la parte de atrás de su moto. Al llegar a la puerta hubo un nuevo intercambio de besos. Sam se asombró de lo rápido que se había acostumbrado a que los colmillos de Katrina le rozaran. Se descubrió a sí mismo disfrutando de la sensación sin estar seguro de hasta que punto era una buena señal. Aun así, estaba dispuesto a descubrirlo.

-¿Quieres pasar? -Susurró.

-Sam… Hoy han sido muchas emociones… No sé si voy a ser capaz de aguantar… Es mejor no tentar a la suerte. Dame algo de tiempo para que me acostumbre.

-Está bien… lo entiendo. Además tengo que estudiar…-Sam se llevó una mano a la cabeza recordando que los exámenes finales estaban cerca y sintió la presión en sus hombros cómo nunca la había sentido.-Mierda. Por un momento lo había olvidado.

Katrina rio ante la expresión de Sam.-Tranquilo aún tienes un poco de tiempo. Seguro que te irá bien.

***

Eufórica, extasiada y completamente inspirada por todas las sensaciones que la envolvían. Katrina se dedicó toda la tarde a tocar el violín. No recordaba cuantos años hacía que no lo tocaba. Pero cuando las yemas de sus dedos acariciaron las cuerdas la emoción la embriagó. Sin miedo a perder el control de sí misma dio rienda suelta a su instinto tocando con fervor. Sintió sus venas arder dentro de ella transformándola por completo en una criatura de la noche de pies a cabeza. Esa era la verdadera razón por la cual debía guardar su talento musical para sí. Sin embargo, sola, era completamente libre. Las notas vibraban por todo su cuerpo hasta la superficie, emergiendo a flor de piel.

-Pareces feliz querida Katrina…-Una voz femenina, oscura y etérea se posó en el aire retorciendo las notas blancas y vivaces de la melodía de Katrina hasta ahogarlas en un charco invisible.

-Krysta… me preguntaba cuándo aparecerías.

-Discúlpame… actuar desde este plano no es fácil… pero debo felicitarte has encontrado a mi heredero.

-Así es. He cumplido con mi palabra. Te toca cumplir con la tuya.

-No tan deprisa querida.

-Ya ha pasado demasiado tiempo ¿Cuándo vas a librarme del vampirismo? ¿Cuándo me dejarás libre?

-Le has encontrado por fin, no obstante, aun falta que “yo” me encuentre con él.

-Krysta… eso no es posible. Estáis en planos opuestos. Él está vivo… y tú…

-Lo sé. Tú Katrina serás un puente entre ambos. Eres un vampiro. Un “no” muerto. Por si fuera poco no solo eres muy poderosa, además, cuentas con mi ayuda. Llegado el momento el vínculo que podríamos construir entre ambos sería tan fuerte que mi conciencia pasaría a ocupar la suya para siempre.

-¡¿Qué?! ¿Pasar tu conciencia a la suya?

-Claro. Se transformaría en un vampiro. Como tú.-Suspiró.- Mi heredero… ni siquiera podía alcanzar a imaginar que llegaría a existir alguien tan compatible. Es un recipiente perfecto.

-Me estás pidiendo que mate a Sam…-El ambiente se congeló. De forma indudable esa realidad se materializó entre ellas como un muro de cristal blindado.

-¡Oh! Querida… Sé que suena horrible. Él no sufrirá te lo garantizo. De todas maneras es un muchacho con una vida difícil y ni siquiera sabe la verdad sobre la muerte de su padre…

-Si crees que me convencerás de que le haces un favor, te equivocas.

-Katrina. Entiendo que habéis establecido una relación… de afecto… pero esa sensación de abandono que sientes cuando se va… esa luz vital cuando aparece… esos latidos… lamento decirte querida que no vienen de ti. Lo siento mucho. Tu corazón no puede latir. No eres humana.

-¿De qué estás hablando?

-Somos él y yo Katrina. Él es un ser que desciende de mi linaje. Estábamos destinados a encontrarnos. De ahí he sacado la fuerza para materializarme. Por eso te sentiste atraída hacia él. Era yo guiándote ¿Lo entiendes? Por eso debes servir de puente. Cuando nos encontremos él entenderá por qué has formado parte de su vida, entenderá por qué estoy aquí, entenderá cual es su sitio.

-¿Y si me niego?

Hasta ese instante el rostro de Krysta mostraba una sonrisa casi infantil, como la de un niño en navidad. Ante la negativa su expresión cambió de repente.

-Si te niegas… te debilitaré poco a poco. No importa el tiempo que me lleve. Te haré la existencia insoportable hasta que mueras por completo.-Krysta cambió el tono. Se acercó a ella tratando de verse lo más amigable posible.-Katrina, solo es un muchacho. Apenas le conoces y pase lo que pase algún día morirá. Tú y yo tenemos una alianza desde hace siglos Katrina. Estamos juntas. Te libraré del vampírismo, como te libré de Constantine, lo he prometido y lo haré. Pero no puedo hacerlo desde aquí. Para llevarte a la vida es necesario que yo cruce primero, de lo contrario es imposible. Tú eliges.

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