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**DISCLAIMER** Esta novela contiene palabras malsonantes, consumo de drogas y escenas de violencia y/o abuso.
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BLACK FOREST, LA NIEBLA
Capítulo 22
“¿Vampiro?”
Wiched Game
Yakima llamó al timbre dos veces seguidas.
-¡Sabía que eras tú!-Dijo Leah nada más abrir la puerta.-¡Eh! Has traído a nuestro antisocial favorito.
-Te dije que lo haría.-Susurró sobre sus labios.
-Esta es mi chica.-Respondió justo antes de que ambas se fundieran en un beso.
-Vaya… parece que ya es oficial…-Sam se burlaba de ellas, pero no fue escuchado. Las dos chicas seguían besándose con pasión y lo que era un momento tierno y gracioso se convirtió en íntimamente incómodo.-Bueno ya vale ¿No?
-¡Celoso!-Leah le sacó la lengua.
Los tres entraron en la casa. Subieron las escaleras azules, atravesaron un pasillo lleno de soles, flores, símbolos hippies… Al fondo estaba la habitación de Leah, una sala cubierta de posters, pegatinas, fotos y colores por todas partes. Gabriel y Sara ya estaban allí, sentados en la alfombra rodeados de apuntes.
-A ver, por lo general el teatro romántico termina en tragedia porque el tema básico era el amor apasionado que lucha contra las normas establecidas.- Explicó Sara.
-Muy bien, dime tres autores.-Pidió Gabriel.
-Pues José Zorrilla, Ángel Saavedra y Francisco Martínez de la Rosa. Diría alguna mujer, pero en el libro solo salen señores. Ni en el Teatro romántico, ni en la edad de oro… nada de nada…
-Desde luego… es indignante que no salga siquiera Rosalía de Castro…
-O Emilia Pardo Bazán…
Gabriel puso una mano sobre la de Sara emocionado por encontrar una compañera de debate literario.
-Vaya par de raros que sois los dos.-Dijo Leah sentándose en el suelo al lado de Sara con el portátil abierto en su regazo.
-Pues a ti Emilia te gustaría.
-¿Sí? Lo dudo mucho.
-Su obra era variada, interesante y muy amplia. -Explicó Gabriel.
-Superinteresante…-Leah fingió un bostezo.
-Además era activista feminista.
Sonó el timbre en el piso de abajo.- ¡Mamá! ¡Abre tú “porfa” que estoy arriba! A ver…-Leah paseó las yemas de los dedos sobre el teclado.- Y qué me puedo leer de esta señora sin morirme en el intento… ¿Los Pazos de Ulloa?
-Esa es la más famosa.-Le informó Gabriel asomándose a la pantalla.
-Yo creo que a ti te gustaría más Insolación. -Le recomendó Sara.
-¿Estáis hablando de Emilia Pardo Bazán?-Preguntó Katrina entrando en la habitación.
Las miradas entre Sam y ella no se hicieron esperar, como si hubieran pasado décadas desde la última vez que se vieron. El miedo con el que Sam había salido de casa se sustituyó por nerviosismo, impaciencia y felicidad. Se alegraba de verla. No podía asegurar si sus sentimientos eran manipulación o realidad, pero una cosa estaba clara, no desaparecerían de un día para otro.
-¿Tú también? ¿Es que soy la única que no la conoce?-Leah posó los ojos en Sam en busca de apoyo, lo que encontró fue que el chico estaba muy lejos de allí. Volvió a centrarse en la pantalla cuando una palabra llamó su atención.-Vampiro.
Sam regresó de su limbo personal.-¿Qué?
-Tiene un relato que se llama vampiro… otra Stephenie Meyer…-Dijo Leah despectivamente.
-¿Vampiro?-Susurró Sam inaudiblemente.
-Eh eh… Cuidadito con Stephenie…-Advirtió Gabriel.
-¡Sí! ¡Díselo Gab! Ella no lo entiende.-Le alentó Sara con entusiasmo.
-Por favor… son vampiros que brillan… ¡Y no tienen colmillos!-Protestó Leah.
-Estoy de acuerdo Alucard mola muchísimo más.-Yakima secundó la protesta.
-Pero es romántico… y sexy…-Sara y Gabriel se miraron en perfecta sincronía.
-Se cuela en su casa mientras duerme… es un psicópata.-Argumentó Yakima.
-¿Quién es Stephenie Meyer?-Preguntó Katrina. El silencio se hizo en la sala.-¿Qué?
-Es la escritora de la Saga más vendida desde Harry Potter… Es una historia de amor de instituto con un vampiro.-Le resumió Leah.
-Y qué vampiro…-Sara suspiró.
-¿Y eso está de moda?-Preguntó Katrina atónita.
-¿Bromeas? Cada libro tiene una película… En junio estrenan Eclipse ¡Tenemos que ir juntos Sara! -Gabriel no pudo, ni trató de ocultar su entusiasmo.
-¡Sí! ¡Oh Dios mío!
Ambos se abrazaron llevados por la alegría de encontrar en el otro un compañero con el que vivir su afición apasionadamente.
-Emilia Pardo Bazán y Crepúsculo en la misma conversación… sois dignos de estudio.-Dijo Yakima riéndose.
-De todos modos.-Katrina sintió la necesidad imperiosa de aclarar conceptos.- “Vampiro” de Emilia Pardo Bazán no habla de criaturas sobrenaturales. Utiliza esa palabra cómo una metáfora de una persona parásita.
-La verdad es que no le pegaba mucho.-Dijo Leah entre risas.
-Y no entra en el temario para los exámenes.-Les reprochó Yakima.
-Cierto. Se acabó el recreo.-Leah cerró el portátil y sacó sus propios apuntes.
-¡Continuemos por ciencias!-Propuso Gabriel.
-Ahí creo que ya no te sigo tanto Gab…-Admitió Sara.
En ese momento dio comienzo el estudio de verdad. El grupo compartió dudas e información con las que fueron avanzando juntos. Hubo tiempo de silencio y de risas también. De tanto en tanto Sam levantaba la vista de las páginas para mirar a Katrina. Ella le pilló en más de una ocasión, pero ya no le importaba, ni le avergonzaba. Era consciente de que si ella hubiera querido pillarle todas las veces lo habría hecho, sabía que podía sentir su mirada, su respiración, cada latido de su corazón. Los de él y los de todos en un radio de desconocidas proporciones. Como un depredador.
-Chicos, tengo que irme. He prometido que llegaría a tiempo para la cena.-Se excusó Sara.
-Sí, yo igual.-Secundó Yakima.
-Yo tengo que ayudar a mis padres en el bar.
-Espera Yakima, nos vamos juntos.-Dijo Sam buscando su chaqueta con la mirada.
-¡No! Tranquilo… me adelanto yo…
-¡Sí! Venga os acompaño a la puerta…-Leah se levantó corriendo.
Los cuatro salieron de la habitación como si estuviera en llamas. Katrina y Sam se miraron. Supieron que ambos estaban pensando lo mismo.
-Es una encerrona.-Dijo él.
-Eso parece… -Tras un momento de silencio Katrina continuó.-entiendo que hayas decidido alejarte…
-Sí, pues eres la única.-Sam se llevó las manos a las sienes.- Mi vida ha dado un giro muy extraño. Ahora además de las pesadillas hay… vampiros… y alucinaciones…
-¿Alucinaciones?
Sam suspiró cansado antes de comenzar con la explicación.-Hoy cuando Yakima ha venido a buscarme he visto a alguien en tu casa. Bueno, en el tejado de tu casa. No era la primera vez… pero… hoy la he visto… con mucha claridad.
-¿Cómo era?
-Era una mujer… Con una melena rubia larga…
-¿Rizada? ¿Con ojos azules? ¿Vestido largo?
-Sí… y no tenía pies…
-Ella no es una alucinación, es una proyección. Es real. -Katrina miró por la ventana un instante.- Ella es Krysta. Es la bruja que me cedió sus poderes antes de morir. Por eso la viste en mi casa. Está ligada a mí.
-Dices… que ella está… ¿Dentro de ti?
-Soy una especie de ventana.
-¿Y nos está viendo siempre?
-No, yo puedo notar su presencia. Ahora no está. Normalmente no está.
Sam respiró aliviado.
-Pero no va a hacerte daño.
-¿Estás segura? Cuando la vi sentí miedo. Esa mujer irradia furia.
-Está disgustada porque te he alejado de mí. -Sam no le quitaba ojo a Katrina. Había demasiadas incógnitas. Incógnitas que ni siquiera sabía formular.- Verás Sam… Estoy aquí… porque ella me pidió que buscara a alguien. Llevo siglos buscando siguiendo pistas. Una especie de rastro… Hace años pensé que lo había encontrado, pero aún era demasiado pronto.
-Katrina… no te sigo…
-Ni siquiera lo sé todo. Hace años estaba siguiendo uno de esos impulsos que me llevó hasta ti. Aún eras joven… estabas asustado… te encontré en la parte de atrás de tu casa escondido entre las ortigas.
-No recuerdo…
-No puedes… me encargué de ello. Fue… una noche terrible… Si te doy demasiados detalles lo desbloquearás y podría hacerte un daño irreparable.
Odiaba reconocerlo, pero Katrina le hacía sentir a salvo. La creía. Confiaba en ella. Su mano sobre la suya. El tono de su voz. Su presencia. Si todo aquello era producto de la locura. Estaba loco. Sam se acercó a Katrina con la duda de si ella se apartaría. Acarició su rostro comprobando que efectivamente era real.
-¿¡PERO QUÉ ESTÁS DICIENDO!?
Sam se sobresaltó por el grito. Era Leah desde el piso de abajo. Ambos salieron de la habitación siguiendo las voces que venían de la puerta de entrada.
-¡NO TÍO ESTO ES MUY FUERTE! ¿¡TÚ SABES LO QUE HAS HECHO?!
-La he cagado.
-¡Sí! Muchísimo.
-Lo siento de verdad…
Al bajar las escaleras se encontraron con la escena. Leah estaba furiosa frente a Tomás que compungido y avergonzado era incapaz de levantar la cara del suelo.
-¿Qué está pasando? -Preguntó Sam.
-¡Este es el cabrón que hizo la foto y se la envió a todo el mundo! ¿Tú lo sabías? -Dijo Leah con tono acusatorio.
-¡No! A mí me lo mandó gente de clase… aparte del email anónimo…-Contestó Sam.
-Yo solo se lo pasé a Arón y a John… Sabía que Sam me echaría la bronca… aunque Arón también me la echó…
-Va a ser la única vez que “ese” hace algo decente.-Masculló Leah.
-Leah por favor perdóname…
-Lo peor no es lo que me has hecho a mí Tomás. Ya estoy acostumbrada a que la gente me tache de zorra, puta y de todo… pero Yakima…
-Leah… por favor…
-Vete Tomás.
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