Black Forest La Niebla | 26

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Esta novela contiene palabras malsonantes, consumo de drogas y escenas de violencia y/o abuso.

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BLACK FOREST, LA NIEBLA

Capítulo 26

“Malditos vampiros…”

Easy

-Hola mamá ¿Qué tal va todo?

-Muy bien hijo, echándote mucho de menos ¿Y tú, cómo estás?

-¡Bien! Estoy haciendo la bolsa para el fin de semana. Sara nos lleva a su casa de la playa para celebrar que hemos aprobado todos.

-¡¿Todos?!- La madre de Sam gritó de puro orgullo.

-Sí, yo también.-Sam se rio de las voces de su madre al otro lado.

-¡Eso es estupendo! ¡Sabía que lo conseguirías! ¡Estaba segura! ¿Y ya has decidido que vas a hacer el año que viene?

-Pues…

-Tranquilo Sami tienes tiempo.

-Sí…

***

Arrastrando la maleta a duras penas salía Sara al encuentro de Tomás que llegaba en un monovolumen que, desde lejos, se notaba que necesitaba una jubilación desde hacía años. Sara sorteó la cerca blanca hasta llegar al maletero.

-¿Pero no iban a ser 2 noches?-Preguntó Tomás sin ocultar su diversión.

-Solo llevo lo indispensable…

-Además vamos a llegar ya tarde. Creo que te has pasado.

-¿Y quién tiene la culpa de eso?

-El horario del súper. Podríais haber ido sin mí.

-Sí, claro… En bus…

-¡Qué fuerte! Me quieres por interés.

-Que va… no te quiero para nada…-Sara sintió algo de nerviosismo al decir eso. Supo que sus mejillas estaban a punto de enrojecer y dio media vuelta para subir al coche.

-Qué cruel.-Tomás imitó a Sara por el lado del conductor. Una vez ambos tuvieron el cinturón puesto, él hizo algunas comprobaciones.

-¿Primera parada?

-Pues vamos a recoger a Leah primero. Luego vamos a casa de Sam que Yakima y Katrina ya deben estar allí.

-Perfecto.

Pocos minutos atravesando las angostas y pedregosas calles de Black Forest llegaron a la puerta de la casa de Leah. Tomás ya estaba algo tenso desde que se había subido al coche. Leah y él habían hablado, en teoría las cosas estaban bien entre ellos o eso fue lo que Leah le aseguró, sin embargo, una cosa era hablarlo por teléfono y otra muy distinta era encontrársela cara a cara. Cuando su cabeza rubia apareció Tomás salió del coche.

-Espera te ayudo que la puerta…

-Se atasca… A ver si con el sueldo te cambias la tartana esta.

-Pobre no le digas eso, puede oírte. Con la de veces que has potado dentro de ella.- Tomás coloca la mochila de Leah en el interior y ambos caminan hacia las puertas.

-¿Ella?- Pregunta Leah ya en el interior sentada detrás del conductor.

-Se llama Petunia.

-¿De quién estáis hablando? -Sara se unió a la conversación a la mitad.

-De la novia de Tomás que está un poco mayor.-Leah se reía.-¡Por cierto! He traído unas cintas con música.

-Hay cintas en la guantera.-Indicó Tomás.

-Ya lo sé, pero lo que hay no es de este siglo. He comprado cintas vírgenes de casete en pleno 2010 ¿Puedes ponerlas?

Sara las pasa hacia delante mientras Tomás arranca rumbo a casa de Sam. Abrió una de las cajas la puso en la radio del coche, unos instantes después el sonido de la canción pop del momento inundó el ambiente.

***

Al salir de casa, Yakima ve a Katrina con una mochila justo enfrente, en la puerta de Sam. Cruza bolsa al hombro para encontrarse con ella.

-¡Hola! ¿Qué pasa? ¿No responde?

-Creo que está hablando por teléfono con su madre, ahora saldrá ¿Y Gabriel? ¿No quedábamos con él aquí también?

-Al final no viene. Dice que todo el fin de semana es imposible, tiene que ayudar a su familia en el bar.

-Ya, claro…-Katrina pensó que aquello no era del todo exacto.

El monovolumen de Tomás para enfrente de la casa y toca el claxon. Sam sale hablando por el móvil, saluda a las chicas con la mano al pasar junto a ellas.

-Mamá te dejo que ya están aquí. Sí, yo a ti también.

-¡Vamos a este paso llegaremos por la noche!-Gritó Leah por la ventanilla.

-Cómo si eso fuera a impedirme ir a la playa.-Dijo Sam señalando el bañador que ya llevaba puesto.

-Así me gusta.-Leah asintió en señal de aprobación.

Dentro del coche Yakima se sentó detrás de Sara junto a Leah, Sam y Katrina se sentaron en la última fila. Tomás subió la música del coche y arrancó.

-¡Me encanta esta canción!- Gritó Sara.

Katrina se movió en su asiento para acercarse al oído de Sam. Con el volumen de la música era imposible que nadie más la escuchara.

-Así que Sami…-Katrina se rio por lo bajo en su oreja provocándole un ligero cosquilleo.

-Eso solo me lo llama mi madre…

-Sami…-Katrina seguía susurrando de forma burlona en su oreja mientras que Sam con la cara cada vez más roja forcejeaba por alejarla de sí.

-¡No!

-Sami…

-¿Y cómo lo has oído?

-Sami…

-Malditos vampiros…

***

-¡Era esa!-Sara gritó señalando por la ventanilla del copiloto.

-¡¿Qué?!-Tomás hizo el amago de girar, pero ya era tarde.

-Te has saltado la salida…

-Mierda, has dicho que era la siguiente.-Acusó Tomás.

-¡Pues claro! La siguiente era esa.

-¡No! Si era “esa” tendrías que haber dicho que era “esa” no la siguiente.

-No es culpa mía que no sepas el significado de siguiente…

-¡Venga ya! ¿A qué tengo razón Leah?-Tomás echo un vistazo por el retrovisor para descubrir a todos sus amigos completamente dormidos, la música se había acabado y lo único que los acompañaba era el zumbido que hacía el coche al cortar el viento en la carretera.-Qué fuerte…-Tomás se quitó el gorro de lana, lo dejó en la puerta del coche y se atusó el pelo.-Cómo se nota que estamos cerca, hace calor.-Bajó la ventanilla del conductor.

Sara se detuvo un momento a mirar a su amigo. El aire que entraba en el coche hacía que los bucles siempre cautivos bajo el gorro se levantaran alborotados. Con ambas manos en el volante y esa cara de concentración no parecía Tomás. Se le antojaba más maduro y seguro de sí mismo.

-No me mires así ¿Cómo que no sé lo que significa siguiente? ¡Siguiente es siguiente!

Pero Tomás seguía siendo Tomás.

***

Para cuando aparcó el coche, efectivamente, ya era de noche. Sin embargo, tal y como Sam había anunciado, eso no les iba a impedir ir a la playa. Tras la casa Blanca de Sara se abría una extensión de dunas cubiertas de hierba alta. Al pasar las dunas, la playa se mostraba desierta en toda su amplitud. Lejos de la costa turística la ausencia de luz artificial dejaba que las estrellas se bañaran entre las olas en una idílica estampa nocturna.

-Esto es precioso…-Dijo Yakima maravillada.

-¡Vamos!-Leah tomó su mano. Corrió por la playa directa al agua mientras se desprendía de las prendas que le sobraban por el camino, hasta quedarse solo con el bikini.

Al llegar al agua, Yakima se sorprendió tanto con la temperatura gélida que la dejó clavada en el sitio.

-¿Qué pasa?-Preguntó Leah.

-¿Cómo que qué pasa? ¡Está congelada!

-¡Venga! ¡Gallina!-Leah le salpicó.

-¡Ah! Serás…-Yakima se metió en el agua con el objetivo de hacerle una aguadilla.

Por otro lado, Sam y Katrina iban caminando por las dunas a su ritmo.

-No entiendo que Sara le vea tanto problema a su casa… Vale que es antigua, pero para haberla construido su abuelo está muy bien. Tendría que ver las fotos de la mía cuando mis padres decidieron mudarse… Mis abuelos sí que hicieron ahí una cosa rarísima.

-¿La tuya también la construyó tu abuelo?-Preguntó Katrina.

-Sí, por parte de padre…

-Ah…

Katrina apreció el rostro de Sam ensombrecerse un poco. Al pasar las dunas aún seguían en silencio y Katrina decidió hacer algo para cambiar por completo el ambiente. Se colocó detrás de Sam, pisó su chancla haciendo que al dar el paso se le soltara del pie. Sam se dio la vuelta poniendo los ojos en banco al ver la chancla en cuestión en la mano de ella.

-¿En serio?

-Ven a por ella.

-¿No eres un pelín mayor para hacer eso?-Dijo con media sonrisa maligna en su cara.

-Eso es un golpe bajo.-Katrina entorno los ojos.-Pensaba darte ventaja, pero tú lo has querido.-adelantó a Sam a gran velocidad, dejando tras de sí nada más que el humo negro propio de la velocidad vampírica.

-¡Eh! ¡Eso no vale!-Se quitó la chancla que había quedado huérfana y siguió a Katrina lo más rápido que pudo.

En la fina arena, Sara, observaba el cielo. Millones de puntos titilaban en la inmensidad le devolvían la mirada. Tomás se tumbó junto a ella huyendo del inevitable ambiente de parejas que se había creado nada más llegar.

-Esto es lo que más me gusta de este sitio.-Suspiró Sara.

-Creo que tengo que darte las gracias.

-¿Tú? ¿Por qué?

-Hablaste con Leah ¿Verdad?

-Bueno… sí…

-Gracias… Lo digo en serio.

-D-de nada.

-Es que en este tiempo… he echado de menos a mi amiga… y casi la pierdo por ser un celoso de mierda.

-Todos nos equivocamos… yo tampoco lo hice muy bien en su día.

-Hablando de eso… ¿Estás mejor con Sam?

-¡Sí! Él no me lo ha puesto difícil en ningún momento. He sido yo en realidad. Me alegro mucho de que Katrina y él se hayan encontrado. Le veo sonreír mucho más desde que ella está por aquí.

-Sí, además se está esforzando mucho últimamente.

-¡Qué ha sacado sobresaliente en historia!

-Me refería a su vida personal, pero sí.

-¿A su vida personal?-Preguntó Sara confundida.

-¿No lo sabes?

-¿Lo de su madre?

-No… si no lo sabes da igual.

-¡Tomás! Tienes que decírmelo.

-No, es personal.

-¡Por favor! ¿Es algo grave?

-Está yendo a terapia ¡Ni una palabra! Le costó mucho contármelo.

-Vaya…-Sara se incorporó para mirar hacia Sam. Estaba abrazado a Katrina mientras se reía a carcajadas. Sara sonrió por reflejo.-Me alegro mucho. No lo entiendo ¿Por qué no quiere que se sepa?

-Pues…-Tomás se sentó también.-Tiene la idea de que si la terapia no le va bien quedará como un fracasado.

-¡Qué tontería! ¿Por qué?

-No sé… cosas suyas. Lo más fuerte es que Aron está yendo también.

Sara respondió a aquello con la boca entre abierta de incredulidad.

-Sí, sí. Esa cara puse yo también. La verdad es que… no lo ha tenido nada fácil… no sé.

Se quedaron en silencio un instante. Observaron como sus cuatro amigos se perseguían entre ellos, reían bromeaban, e intercambiaban muestras de afecto con su persona especial.

-Tomás, vamos a pasarnos todo el fin de semana de sujeta velas ¿Eres consiente?-Sara apoya la cabeza en el hombro de su amigo.

-Lo fui desde que nos montamos todos en el coche.

***

Se entornó la puerta del cuarto de baño dejando salir una nube de vapor. Del interior salió Katrina envuelta en una toalla blanca, se secaba el pelo con otra del mismo color. Sam estaba en la habitación mirando su teléfono.

-Los demás ya se han ido a dormir… ¿Tú tienes sueño?-Le preguntó él.

-Yo no duermo.

Sam se levantó como si aquella afirmación fuera una invitación en toda regla. Se acercó a ella. El vapor emanaba de sus hombros de forma visible.

-¿Te duchas con agua hirviendo?

-Es que mi piel es demasiado fría.-Se rio con la pregunta.

Sus narices se rozaron ligeramente. Cubrieron con sus labios cada uno los del otro, la ardiente lengua de Katrina se deslizó sobre la de Sam en un húmedo presagio de lo que acontecía bajo el tejido rizado de la toalla.

Sam se apartó un poco, se estaba anticipando demasiado no sabía si aguantaría mucho más. Katrina sonrío satisfecha con su expresión y le empujó suavemente para que se sentara en la cama. Le quitó la camiseta por encima de los brazos y le besó.

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