Black Forest La Niebla | 36

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Esta novela contiene palabras malsonantes, consumo de drogas y escenas de violencia y/o abuso.

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BLACK FOREST, LA NIEBLA

Capítulo 36

“Señor… ¿Samuel Llagaría?”

Untouchable

El número marcado no existe. Inténtelo de nuevo.

Con un suspiro cansado se echó sobre el escritorio. El teléfono de Katrina no daba señal, ni el mail, ni nada. Habían pasado dos semanas y ni rastro. Había desaparecido dejando una sensación de abandono, incertidumbre, irrealidad. La desorientación al despertar de un sueño profundo. Nada a lo que aferrarse, como si jamás hubiese existido. Lo único que probaba que una vez fue real, era ese hueco, ese vacío visceral que se había creado en su pecho. Le atravesaba de lado a lado con un dolor fantasma. Como el que pierde una parte física de sí.

Unos suaves golpes en la puerta le sacaron a la superficie. La cabeza de Grace asomó por el umbral.

-¡Hola Sam!- Su sonrisa iluminaba la penumbra de la habitación.

-Hola…

-Oye hay un encuentro de músicos de la academia en el pub de la plaza ¿Quieres venir?

-No… gracias…

-Vamos Sam… Es una oportunidad para conocer gente del mundillo, va a haber micro abierto.

-Tengo que estudiar.

-Pero…-Grace observó la mesa de Sam, tenía todos los libros abiertos llenos de anotaciones.- Escucha… Ni siquiera se han puesto las fechas de los exámenes. Llevamos aquí dos semanas y no has salido de la habitación más que para ir a clase.

-Ya…

La puerta volvió a abrirse a espaldas de Grace, Kazu entró haciendo un saludo con la cabeza.

-¡Kazu! Dile a Sam que no puede convertirse en ermitaño en una ciudad como Herish.

Kazu resopló.-Abandono misión.

-¡Venga ya! Sois compañeros ¡Haz algo!-Grace sacudió a Kazu por los hombros levemente.

-Ya lo he intentado, pero no está de humor. Déjale, ya se le pasará.

-Necesita salir… airearse.

-¿Por qué no discutís sobre mi salud mental fuera? Gracias.-Propuso Sam poniéndose los auriculares en las orejas.

-¡Sam!-Grace protestó.

Kazu le hizo una señal para que cesara señalando la puerta. Ambos salieron juntos al pasillo.

-No podemos dejar que se recluya así… tenemos que hacer algo…

-Dale tiempo.-Kazu cerró la puerta tras de sí antes de tomar camino hacia los ascensores.

-¿Cuánto tiempo?-Grace le siguió.

-El que necesite.

-No puede estar otra semana así…

-Está hundido. Echa de menos a su novia es normal.

-Tú también ¿O me vas a decir que no?

-Claro que sí.

-¡Y no te encierras!

-Cada persona tiene su ritmo.-Kazu echó una mirada de reojo. Grace tenía el ceño fruncido.-Hay más gente en la academia ¿sabes?

-Ya, ya…-Suspiró al entrar en el ascensor. Kazu aún la estaba mirando parecía que estaba leyendo su mente.-¿Qué?

-¿Tanto te gusta?

-¿Q-qué? ¡N-no me gusta! ¿Por qué dices eso? ¿Es que un chico y una chica no pueden ser amigos?

-Un chico y una chica sí, tú de Sam… todo depende de lo amplio que sea tu concepto de la amistad.

-Te equivocas.

-Vale, vale. Solo una cosa.

-¿Y ahora qué?

-Si vas a mentir, no te sonrojes.-Kazu se rio, y rio aun más al ver la expresión de Grace.-Eres un libro abierto.

***

La luz del flexo le deslumbró al encenderlo. La noche le había alcanzado. Se frotó los ojos cansados de parpadear menos de lo necesario fruto de la concentración en la teoría musical. Refugiarse en el estudio y la música le ayudaba a mantener la tristeza a raya. Sin embargo, descansar es necesario hasta cuando huyes. Los papeles vibraron encima del escritorio. Apartó las cosas en busca del móvil. Tras un breve colapso comprobó la pantalla. Reconocía el número. El papel que Katrina le entregó aún ardía en algún bolsillo.

-¿Diga?-Descolgó con la duda asomando en su voz.

-Señor… ¿Samuel Llagaría?-Una voz masculina contestó al otro lado. Parecía joven y hablaba con unos modales exquisitamente ensayados.

-Sí soy yo…

-Le llamaba para informarle de que es usted el beneficiario de una donación.

-Una… ¿Qué?

-Sí así es… La familia Eyheralde le ha legado todos sus bienes, posesiones y capital. Teníamos instrucción de que llamaría usted, pero…-La voz al otro lado parecía mover unos papeles.-¿Sigue ahí?

-Sí…

-Bien, debería pasarse por nuestra notaría en algún momento para hacer efectivo el traspaso ¿Quiere que le informe resumidamente de lo que se trata?

-Pues… no sé…

-Verá, la donación consta de una cuenta a su nombre con todos los ahorros de la familia, además de la escritura del Castillo Blackesley y todo lo que actualmente se encuentra en él.-La voz esperó un momento la respuesta.-¿Hola?

-Y… tengo… tengo que ir… ¿Ahora?

-No, no se preocupe puede venir cuando usted lo desee. Solo llámenos con algo de antelación para concertar la cita.

-Vale…

-Bien. Pues eso era todo señor Llagaria. Qué tenga buena tarde.

-¡Espere!

-¿Sí? ¿Hay algo en lo que pueda ayudarle?

-S-sí, eeeeh… ¿Tienes… tiene el contacto de Katrina?

-¿Katrina Eyheralde?

-Sí.

-Lo siento, lo único que podemos decirle es que la familia le ha legado todas sus pertenencias a usted. No tenemos más información.

-No puede ser que no tengan un número de teléfono… un email… algo.

-Teníamos un teléfono de contacto, la señorita Eyheralde nos informó de que dejaría de estar operativo al formalizar los trámites y tras comprobarlo un par de veces… así es.-La profesionalidad al otro lado de la línea hizo un pequeño hueco a la comprensión.-Lo siento, es todo lo que sabemos.

Algo se rompió dentro de Sam. Se sorprendió así mismo. Aún quedaba algo de esperanza por quebrar. Allí estaban los pedazos, clavándose en su interior.

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