Black Forest La Niebla | 44

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Esta novela contiene palabras malsonantes, consumo de drogas y escenas de violencia y/o abuso.

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BLACK FOREST, LA NIEBLA

Capítulo 44

“¿Va a despertar?”

Alive

El pecho de Katrina retumbaba bajo la palma de su mano, con cada golpe retomaba fuerza hasta el punto de poder escucharlo sin acercarse. Su piel había retomado el tono sonrosado que tuvo una vez. Sus facciones no habían cambiado, enteramente seguía siendo la misma, pero cada uno de sus poros irradiaba esa luz que solo emiten aquellos con un corazón latiendo en su interior.

-No me habías dicho que tenías tantas pecas… puede que ni siquiera te acordaras…-Hans rozó una de esas mejillas cubierta de pecas. Su amiga seguía sin mover ni un músculo.-Tienes que despertarte. No te lo puedes perder.

El timbre de la puerta le interrumpió. Hans se separó del lado de Katrina por primera vez en toda la noche. Haciendo uso de toda su velocidad abrió la puerta de la entrada. Al otro lado, un hombre joven con gafas y barba corta tiraba de una especie de carro con ruedas. Hans se quedó boquiabierto. No era para menos, es increíble lo que pueden hacer los años con la fisionomía humana.

-¿Dónde está?-No solo había aumentado su estatura y sus rasgos eran más maduros, su voz era mucho más adulta. Gabriel había madurado en su ausencia de forma muy notable.

-E-en el salón.-Hans señaló la dirección con la mano.

Gabriel recogió del suelo un maletín y tirando del carro con la otra mano se abrió paso en el apartamento.

Se arrodilló al lado del sofá donde reposaba Katrina. Abrió el maletín y sacó del interior un estetoscopio. Con movimientos rápidos y metódicos pasó el diafragma por encima del pecho de Katrina cambiando de posición cada cierto tiempo.

-Respira, es extremadamente débil, pero respira.-Con estas palabras Gabriel se levantó, acercó el carro y lo abrió. En el interior, además de otros utensilios, había una botella de oxígeno. La sacó, colocó en las vías respiratorias de Katrina una mascarilla de plástico que conectaba con la botella y abrió la llave de paso. Emitió un sonido de liberación de aire. Sacó también una bolsa transparente con una vía.-Trae algo para mantener esto en alto, y tenemos que arroparla.-Le dice a Hans que observaba unos pasos por detrás.

Siguiendo las instrucciones de Gabriel vuelve segundos más tarde con un perchero y mantas. Gabriel colocó la bolsa boca abajo en el perchero mientras Hans extendía las mantas sobre ella.

-¿Cómo… cómo está?-Preguntó Hans con manos temblorosas.

-Su temperatura está subiendo poco a poco. Le he puesto el oxígeno para compensar la insuficiencia. Tenía síntomas de deshidratación, con el suero mejorará.

-Y… ¿Va a despertar?

Gabriel se lleva una mano al pelo con un suspiro.-No lo sé.

-Lleva así horas…-La voz de Hans delataba una preocupación que no podía esconder.

-Hans… Tu corazón no late… y aquí estás… El suyo ha vuelto a latir después de siglos de inactividad… ha revivido… Me gustaría ser capaz de darte una predicción, pero no puedo.

-Ya… tienes razón, perdona.-Hans se sienta en una silla con los codos sobre las rodillas apoyando la frente entre las manos.

-Solo puedo decirte que ahora está estable.-Gabriel se quedó un momento en silencio, hasta que se atrevió a preguntar.-¿Qué es lo que ha pasado?

-No lo sé.-Respondió Hans sin mirarle.-He vuelto a casa con las bolsas de sangre… y me la he encontrado… Creía que estaba muerta. Sabía que en algún momento iba a pasar, cada día estaba peor. Últimamente, no salía del ataúd. Y de repente… No puede morir después de volver a la vida. Ha luchado mucho para conseguirlo… no puede…

-Esperemos que no.-Gabriel posó una mano cálida en el hombro de Hans.

-Oye… ¿No te meterás en un lío…?

-Tengo coartada.-Dijo Gabriel con una sonrisa torcida.-Hay un vampiro en mi planta.

-¿Qué?-Hans levantó la vista ante la sorpresa.

-Sí, no es mi tutora de prácticas, pero… casi. Al principio solo era una sospecha ¿Sabes? Hay detalles… supongo que después de ser consciente de que realmente existen los vampiros es inevitable estar más abierto a la hora de identificarlos. Nos llevamos muy bien, sabe mucho de medicina, es impresionante.

-Juega con ventaja.

-Desde luego… yo…-Gabriel echa un último vistazo a Katrina. Salvo por ese ligero ascenso en su temperatura corporal, no parecía que fuera a haber cambios apreciables en poco tiempo.-Debería marcharme.

-S-si quieres… puedes quedarte a pasar la noche… estarás cansado.

Gabriel sonríe en respuesta.-Gracias, pero no puedo, estoy… viviendo con alguien. Estará preocupado.

-Ah… claro.

-Si necesitáis cualquier cosa avísame ¿Vale?-Se agachó para recoger sus pertenencias, guardándolas de nuevo en el maletín.- Aunque pudiendo conseguir bolsas de sangre, seguro que te las apañas para conseguir lo demás.

-Sí. Gracias, Gabriel. Nunca podré agradecértelo lo suficiente.-Hans acompañó a Gabriel hasta la puerta de entrada.

Entre ellos surgió un silencio. Un silencio de preguntas sin contestar. Preguntas que no se podían formular. Preguntas que volaron y desaparecieron, llevándose consigo la oportunidad de ser pronunciadas. Hans le abrazó, estrechándole entre los brazos con fuerza. Gabriel respondió al abrazo dejando caer el maletín a su lado.

-No hay nada que agradecer. Katrina es mi amiga y… y tú también.-Susurró junto a su oído.

***

“¿Cuánto tiempo llevo en la oscuridad?”

“¿Esto es lo que me espera de aquí a la eternidad?”

“¿El tiempo pasa cuando no existe un final?”

“Estará mi cuerpo pudriéndose en algún lugar…”

“Perdóname Hans, te prometí que no me iría sin ti. Supongo que me dejé llevar por el optimismo. En esa época en la que aún albergaba la esperanza de recuperar mi humanidad. Tan inocente.”

En la oscuridad eterna unas llamas aparecieron de la nada. Katrina cerró los ojos cegada con la luz repentina. Cuando se acostumbró los volvió a abrir. Entre las lenguas naranjas del fuego se dibujaba y desdibujaba una figura con cuernos. Suspiró resignada.

-Crees que mereces ir al infierno.-Aquellas palabras fueron pronunciadas desde el interior de las llamas por una voz femenina.

-Sí, por supuesto.

-¿Por qué?-La voz parecía extrañada.

-Porque he matado, he dañado a los demás, he mentido, he manipulado, he sido egoísta…

-La primera vez que te vi aquí estabas asustada ¿Lo recuerdas?

Katrina se paró a pensar un momento. Las llamas. Aquella figura borrosa. Cuando cayó en la oscuridad justo antes de transformarse.-Sí.-Asintió.

-Lo normal Katrina, es pasar por aquí una única vez. Solo hay unos pocos que pasan una segunda. Te conozco Katrina. Te conozco más que tú misma.

-¿Qué es lo que quieres?

-Saldar una deuda.

-¿qué deuda?

-La deuda que tengo contigo.-Se hizo el silencio por un instante. La voz continuó.-Has protegido algo muy preciado para mí. Lo he recuperado gracias a ti.

-¿Quién eres?

-Recuerda Katrina, que la vida humana es mucho más frágil y fugaz. No pierdas tiempo.

-¡Explícate! ¿Qué es lo que está pasando? ¿Te conozco?

La voz no contestó. Katrina dio unos cuanto pasos hacia delante, intentando enfocar la visión, buscando los rasgo faciales de aquel ser. Con cada paso que daba el calor aumentaba. Consiguió distinguir una figura femenina, con una larga melena rizada. Alargó el brazo, sus dedos pasaron a través de las llamas. Las yemas rozaron ligeramente su piel ardiente cuando un golpe estalló en su pecho con violencia, haciéndole caer hacia atrás de nuevo en la oscuridad. Se abrazó así misma mientras caía. Siguió cayendo por un tiempo que no pudo calcular. De nuevo sintió otro golpe, esta vez iba acompañado de un sonido que identificó de inmediato. Supo entonces que los golpes no venían de otro lugar más que de sí misma. Era su corazón latiendo con fuerza, como un animal salvaje que rompe las cuerdas, salta las vallas y huye.

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